La marca como patrimonio

La marca Osborne, conocida por su icónico toro, se ha convertido en un símbolo cultural en España. Este toro, creado en 1956 por Manolo Prieto, comenzó como una ilustración para el brandy Soberano y ahora cuenta con 91 figuras repartidas por España y México. La imagen del toro ha logrado un reconocimiento significativo y se asocia con la calidad y la tradición de los productos locales.

La publicidad del toro de Osborne ha sido tan efectiva que ha obtenido protección legal y se ha reproducido en diversos artículos. Sin embargo, también ha generado controversias, especialmente entre grupos antinacionalistas y antitaurinos. A pesar de estos desafíos, la marca ha mantenido su popularidad gracias a su diseño, inversión continua y el cariño del público.

Otro ejemplo de una marca que ha trascendido es Tío Pepe, cuyo logotipo es un guitarrista sonriente con patillas y aire andaluz. Este símbolo, creado en 1935 por Luis Pérez Solero, ha elevado la notoriedad de la marca y se ha convertido en un emblema de la cultura española. La estrategia de marketing de Tío Pepe ha evolucionado con el tiempo, adaptándose a nuevas tecnologías y tendencias publicitarias.

Ambas marcas, Osborne y Tío Pepe, han logrado convertirse en representantes culturales gracias a su conexión emocional con el público y su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado. Este éxito demuestra que una marca puede trascender su categoría de producto y convertirse en un símbolo cultural y patrimonial.